El tiempo es relativo, hay momentos que parecen pasar muy lento y otros pasan tan rápido que han acabado antes de que nos demos cuenta. Aunque el tiempo pasa igual para todos sin detenerse, la percepción del mismo es diferente para cada individuo y en cada situación.
Los animales detectamos el paso del tiempo gracias a nuestro reloj biológico interno. Este reloj existe físicamente y está ubicado en el cerebro en humanos y animales, también está presente en otros seres vivos como las plantas, hongos, levaduras y bacterias.
Los estímulos externos dan pistas sobre el tiempo
Los perros y gatos no saben interpretar un reloj, no entienden qué hora es, pero sí que pueden intuir en qué momento del día se encuentran, si está cerca la hora de la comida o si es hora de dormir. La luz y la temperatura son los factores ambientales principales que nos ayudan a percibir el paso del tiempo, aunque también existen otros como las estaciones, las fases de la luna…
A los estímulos externos se los denomina sincronizadores, puesto que, gracias a ellos, sincronizamos nuestro reloj interno con el exterior.
Los ritmos biológicos
Todos los seres vivos actuamos conforme a ritmos biológicos. Esto quiere decir que repetimos unos parámetros en un intervalo de tiempo regular a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, dormimos unas ocho horas diarias en un tiempo comprendido entre las 22:00 y las 08:00.
Los ritmos tienen distinto periodo:
- Ultradianos: periodos de menos de 20 horas. Un ejemplo es la digestión, la respiración, la presión arterial, etc.
- Circadianos: periodos de 20 a 28 horas. Son dependientes de la luz y oscuridad. ‘circa’ significa ‘aproximadamente’, por lo que son periodos de alrededor de un día. El ciclo de sueño-vigilia es un ejemplo.
- Infradianos: periodos de más de 28 horas. En esta clasificación entran los periodos largos como las fases de la luna, la rotación de la Tierra, etc.
El reloj biológico influye en el comportamiento
El reloj biológico impulsa a los animales a realizar ciertos comportamientos, como el cortejo, la hibernación, las grandes migraciones… Por esta razón, en una determinada época del año, un animal puede estar más inquieto si en su estado natural le corresponde viajar, dormir o buscar pareja aun viviendo en cautividad.
La velocidad con la que se percibe el paso del tiempo
La percepción del tiempo también cambia según la especie. Los animales más ágiles, por ejemplo los gatos, que tienen que moverse más rápido para esquivar a los depredadores o atrapar presas más hábiles, son capaces de procesar señales visuales a gran velocidad para responder lo más rápido posible.
Estos animales son más pequeños y poseen metabolismos más rápidos, así que para ellos el tiempo parece pasar más despacio. Esto quiere decir que existe una relación entre la percepción del tiempo, la estructura corporal y la fisiología del animal que prepara con su sistema nervioso a su forma de vida.
Como conclusión, podemos decir que los animales sí perciben el paso del tiempo, a diferente escala según su metabolismo y tamaño corporal, y con un ritmo marcado por su reloj interno y los sincronizadores externos como la luz solar y la temperatura.
Esta percepción del tiempo podemos modificarlas, por ejemplo, con nuestras rutinas diarias en animales domésticos, que perciben que, después de determinado estímulo, ocurre otro, como el sonido de las llaves y la entrada del propietario en casa, o los horarios de comida.
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